Ciber democracia
- caballerofede
- May 4, 2019
- 3 min read
Desde el neolítico, la forma de organizarnos no ha sufrido cambios tan drásticos como el que probablemente vamos a experimentar con la tecnología digital, que ya tenemos pero cuyos efectos no han permeado aún en el esquema real de poder.
Las primeras organizaciones humanas estables surgieron de la necesidad de proteger la sobre produccion de alimentos -respecto de las necesidades personales- en cuanto a caza, pesca y agricultura, que generó la aparición de los metales. Procurar el alimento habia pasado de ser un interés individual a ser colectivo y regulado. Las primeras organizaciones armadas se habrían creado con el fin de cuidar los alimentos ante posibles saqueos, luego los bienes de distinta índole, hasta formar ejércitos verticales cuya practicidad y eficacia -quizá sin advertir la fuerza coercitiva- inspiraron todo tipo de organizaciones. Desde entonces, ninguna institución humana, homologada o no, ha podido eludir el esquema jerárquico piramidal.
¿Cómo se daría un cambio de era en términos de organización social?
La tecnología digital es el nuevo metal, pero como señalaba al principio, su permeabilidad en el esquema jerárquico aún genera resistencia, a cada descubrimiento revolucionario le corresponde un aprovechamiento monopólico. Estamos igual que quienes les daban a los metales sus primeros usos, sin saber que esas herramientas iban a alterar la relación del individuo con el resto de los hombres y con la naturaleza.
Mas recientemente, la modernidad, al tiempo de introducir nuevos paradigmas culturales, resultó en la idea de que ya todo fue inventado, que toda novedad es una representación caprichosa de lo que ya existe, y con ese desconsuelo llegamos a la era contemporánea.
Quizá podamos admitir algo que muchos conservadores señalan, que lo contemporáneo es un fenómeno híbrido que carece mayormente de propósito, pero no se puede negar en la contemporaneidad la capacidad creativa para sobreponerse al estancamiento. La presunción de horizontalidad subyace en la concepción artística, comercial y tecnológica contemporánea, la cual podemos considerar una señal en reproducción, una obstinada propuesta de cambio.
En cuanto a la pretensión de horizontalidad en las organizaciones, se rescata una democracia sólo en términos cuantitativos, pues ésta no va más allá del esquema de elecciones, que presenta un margen reducido de mecanismos razonables para para su ejecución. Ningún sistema de elecciones es mucho mejor que el injusto sistema Dhondt, el cual otorga ventajas a las mayorías, superiores a las que merece. Sólo para graficar lo dicho en aritmética mágica, si dos listas de candidatos compiten por el parlamento, cuando una obtiene el 70% de los votos y la otra el 30, la primera tendrá un 85% de escaños mientras que la otra 15, claro que, esta dinámica se da con más listas y otros números, y en otras proporciones en el mundo real. Pero el voto electrónico ofrece la posibilidad emplear mecanismos que antes eran impensables por cuestiones operativas, como el voto uninominal. Hoy son posibles, aunque rechazados, por tecnicismos bien intencionados, pero princi

palmente por ser apocalípticos para los partidos políticos, verdaderas pirámides de piedra.
Irónicamente, la mayoría de las personas tiende a ejercer el voto como si fuese uninominal, fantasía que es explotada por el marketing político. O bien considera, y no sin justa razón, que pretender cambiar al sistema mediante elecciones es como querer arremeter contra los molinos de viento, pero sabiendo que ningún político está tan loco. Los del primer caso, digamos, los unipersonalistas, han de inspirar todas las variables posibles con ayuda de la tecnología para hacer viable la ilusión del desbloqueo total de listas. Los otros son los mal llamados apolíticos, los que preferirían no tener siquiera que ir a votar y demuestran antipatía hacia los partidos, o en todo caso, una gran falta de compromiso hacia el cual, ideológicamente, más se aproximan, apoyarán cíclicas manifestaciones coyunturales hasta decantar en estructuras políticas meramente electrónicas.
No me olvido del escaso 5% sobre estimado de los militantes activos (no los ciber simpatizantes) que dejará de militar por orfandad partidaria cuando los mecanismos alternativos entren en vigencia.
Para estos últimos hay una única oportunidad de sobrevivir políticamente implementando tecnologías para la participación de forma puntal y transversal, abstraída de los procesos electorales e implementando procesos independientes de bases.
Comentarios